Como muchas veces he escrito, limitar Mindfulness a un recurso de meditación es quedarnos con una parte, enorme y valiosa, pero sólo una parte.
En tiempos de estar más puertas adentro y llevar una vida necesariamente más íntima por el clima hay muchísimos pequeños momentos cotidianos en los que podemos aplicar los recursos de la atención plena.
Y así disfrutar de una meditación activa o simplemente del silencio de la mente o de hacer una cosa ( y no cien ) al tiempo.
– Apreciá el momento de tomar un té o un café como un ritual. Estando presente, convertí el acto de preparar una bebida caliente en algo que involucre gusto, tacto, olfato, oído y vista. Sentate a beberlo, date un tiempo y en lo posible no chequees tu celular o te distraigas mientras lo hacés.
– Disfrutá la compañía de tus mascotas. Involucrate en las sensaciones y emociones que devienen de acariciarlos, de observar sus expresiones. Si tenés gatos, agradecé esos momentos en los que deciden compartir en nuestro regazo su calor y ronroneo. No fuerces estos momentos.
– Detenete en mirar la belleza del fuego de una estufa. Disfrutá no sólo su calor sino sus sonidos, sus olores. La hipnótica sensación de mirar en silencio las llamas calma la mente y el cuerpo
– Creá tus propios espacios de recogimiento con aquello que más te guste: texturas que te abriguen, luces y música en su medida justa, tu chocolate preferido, la silla en el ángulo idea para mirar por la ventana.
¿ Simple y maravilloso, verdad?
A practicarlo !
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