Típico diálogo entre consumidores de té. Podría asegurarles que ese té podrá ser empaquetado o producido por una empresa inglesa, pero inglés no es. En el Reino Unido hay, únicamente, incipientes plantaciones familiares en Gales y Cornualles, por lo que resulta bastante improbable que ese té justo sea producto de esa pequeña cosecha anual. Sin embargo, el 5 o’clock tea, con sus destacados tés negros, ha alcanzado fama y reputación mundial de carácter indudable. Tendríamos que rebobinar unos 5000 años para conocer de dónde vino y de dónde viene ese té al que tanta estima le tenemos. Todos los caminos conducen a China.
Numerosas leyendas acerca del origen del té se han transmitido a través de las generaciones oralmente. Una de las que ha tenido mayor aceptación es la de un emperador Chino que accidentalmente descubre el té alrededor del año 2750 a.c.. Shen-Nung se encontraba descansando en su jardín, bebiendo agua caliente en un cuenco, cuando una brisa desprendió unas hojas de un árbol de té que cayeron en el cuenco del emperador. Al beberlo se sintió revitalizado, relajado y encontró su mente en calma. Cuenta la leyenda que a partir de allí alentó al pueblo chino a cultivar la planta y beber la infusión.
En el siglo VIII, Lu-Yu publicó el primer libro sobre el té El libro sagrado del té. Al comienzo, los usos de esta planta estuvieron vinculados a la alimentación, las hojas de té se cocían junto con otros vegetales; a la medicina, para males estomacales e indigestiones; y como una forma de relajarse, concentrarse y estar alerta durante las largas horas de meditación de los monjes budistas.
Partiendo de China, y a través de la Ruta del té, este llegará al Tíbet, Japón y Rusia. Los japoneses, por su parte, no comparten la leyenda de Shen-Nung. Si bien afirman que las primeras plantas de té fueron descubiertas en China, se lo adjudican a Bodhidharma, el fundador del budismo zen, y creen que fueron los monjes budistas que se encontraban estudiando en China quienes, alrededor del siglo X, llevaron la planta a Japón.
Será a través de La Compañía Holandesa de las Indias Orientales, en el s. XVII, que el té arribe a Occidente (los holandeses tenían el monopolio del comercio con Asia). Posteriormente se distribuirá por el resto de Europa. Los ingleses, particularmente, se hicieron muy aficionados a la bebida, aunque por su costo era considerado un producto de lujo, reservado para las clases adineradas. Luego de muchos años de importar el té desde China, y guerras del opio mediantes, será a mediados del siglo XIX que Inglaterra empezará a cultivar té en una de sus colonias, la India. Convirtiéndose así, la India, hasta hoy en día, en uno de los principales productores y exportadores de té a Inglaterra y al resto del mundo.
No se sorprenderán, considerando todo lo antedicho, si con una conocida marca de té inglés en la mano, con el sello de la corona, ofrezco:
—¿Querés un té?
—Bueno, dale.
—Tengo uno riquísimo, es un blend de China, India y Sri Lanka 🙂
Bibliografía:
BISOGNO, V y PETTIGREW, J. (2014): “Manual del Sommelier de Té”.
SMITH, K. (2016): “World Atlas of Tea”.
Reference Material for China-Aid Training Programs (2017).