Fotos: Leo Mainé
Matilde , la novia
El 9 de mayo de 2017 me enteré que me casaba… todo empezó un tiempo antes, cuando mi novio decidió sorprenderme. La mía sí que fue de esas que no se esperan…
Comprar el anillo de compromiso no debe de ser tarea fácil para un hombre y mucho menos si la novia no se los saca jamás y ni siquiera sabe qué tamaño va a estar bien. Con la medida de su propio dedo meñique y la ayuda de un amigo logró salir de la joyería con un anillo que viajó hasta Riomaggiore, en Cinqueterre, para cumplir su misión.
Un destino soñado, el atardecer, una cerveza y nosotros fuimos los testigos de un “¿te querés casar?” tímido y nervioso, pero convincente. Con la llegada de un sí emocionado y agradecido comenzó este futuro matrimonio que llegarìa con la proxima primavera.
Si quieren saber como me fue con el anillo, solo puedo decirles que el estándar de meñique masculino no tiene nada que ver con el anular femenino. Pero sin duda, la intención es lo que cuenta.
El sábado de 27 de octubre la profecía de mi abuela Matilde se cumplió. Para los que no saben, cuando era chica mi abuela nos cantaba una canción que decía algo así: “viva el sol viva la luna, viva la flor de romero, viva la niña que llora por un dulce marinero… no te cases con herrero tendrás mucho que lavar, cásate con marinero que viene limpio del mar”
Y como no podía se de otra manera, cumplí.
Ese día me desperté en casa, temprano, como de costumbre, con una tranquilidad que hasta hoy no entiendo cómo logré , o si, más adelante les cuento…
Había llegado el día que tanto esperamos. Apronté todas mis cosas y con un te veo en el altar me despedí de José, rumbo a lo de mis padres donde empecé a sentir que la hora estaba cada vez más cerca.




Desde hacía un tiempo insistía con la idea de prepararnos todos juntos en el hotel, algunos querían, otros preferían descansar en casa, pero llegó el sábado y ahí estábamos todos, mis hermanos y yo como si el tiempo nunca hubiera pasado, riéndonos de lo absurdo como cuando éramos chicos, tratando de disimular los nervios que cada uno tenía solamente para hacer sentir mejor al otro. También estaban mis padres, radiantes, nerviosos no les voy a mentir, pero a pesar de ese estado de nerviosismo natural por la situación, en el aire se respiraba alegría, y yo no podía estar más contenta, lo había logrado.
Pasadas las 21:00 horas se abrieron las puertas de la parroquia San Juan Bautista , y ahí estaba él, el amor de mi vida. Muchas noches antes de dormir había intentado imaginar cómo iba a ser ese momento, pero nada se parecía a lo que sentí esa noche, fue realmente mágica. Cada una de las personas que nos acompañaron esa noche fueron especiales, si estaban ahí fue porque significan mucho para nosotros, incluso pudimos sentir a los que ya no están.
Con José tuvimos la suerte de cruzarnos con Jorge, un cura que sabe transmitir, que habla como a todos nos gusta, fácil, claro, pero con una profundidad que hizo que nuestra ceremonia fuera única. No puedo dejar de pensar en las palabras de mis hermanos, sabía que Juan y Santi iban a leer, pero Emi me sorprendió porque cuando se lo pedí me dijo que prefería no hacerlo. Pero ahí estaban los tres otra vez , demostrando que no hay nada más importante que la FAMILIA. Mis padres, orgullosos.


Al comienzo les comenté que no sabía cómo había logrado estar tan tranquila un día de tantas emociones…y es que un día hablando con el Padre Jorge me dijo que cuando no supiera controlar una situación hablara con María y le preguntara qué haría ella en mi lugar, y ese fue el secreto, escucharla y confiar que todo iba a estar bien y disfrutar del día que se transformaba en el más feliz de mi vida.
María.